HISTORIA DE LA DEVOCIÓN A MARÍA AUXILIADORA
(Tercera Parte)
(Tercera Parte)
El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco.
El Santuario de María Auxiliadora nació del corazón y del coraje de Don Bosco y de su gran devoción a la Virgen. Fue una empresa marcada de hechos extraordinarios y de grandes dificultades.
Don Bosco no se cansaba de repetir que era la misma Virgen quien quería la iglesia y que Ella después de haberle indicado el lugar donde debía surgir la iglesia, le ayudaría también a encontrar los medios necesarios para la construcción.
Escuchemos del mismo Don Bosco el relato de un “sueño” que tuvo en 1884, cuando todavía buscaba una sede fija para su Oratorio: La Señora que se le apareció le dice: “Observa -y yo mirando vi una iglesia pequeña y baja, un poco de patio y numerosos jóvenes. Yo me di a mi trabajo, pero esta iglesia pronto fue estrecha, entonces de nuevo me dirigí a Ella que me hizo ver otra iglesia un poco más grande y con una casa vecina. Después apartándome un poco más, en un terreno cultivado, casi de frente a la fachada de la segunda iglesia, me dijo: “En este lugar donde los gloriosos mártires de Turín Avventore, Solutore y Ottavio ofrecieron su martirio, Yo quiero que Dios sea honrado de manera especial".
El deseo de obedecer a la voz de la Virgen y de testimoniar veneración y reconocimiento a Ella quien había dado tantas pruebas de benevolencia a la naciente Congregación, junto a razones pastorales y prácticas, empujaban Don Bosco a acelerar el tiempo de la construcción. Para la compra del terreno y la madera para cercarlo se gastaron 4.000 liras; el P. Savio, ecónomo, aconsejaba esperar, pero Don Bosco le dice: “Empieza a cavar, ¿cuándo iniciamos una obra teniendo ya el dinero a disposición? Tenemos que dejarle campo de acción a la divina Providencia”.
Los trabajos que se confiaron a la empresa del maestro mayor de obras Carlos Buzzetti, iniciaron durante el otoño del 1863. Terminadas las excavaciones, en Abril de 1864, Don Bosco dice a Buzzetti: “Quiero darte inmediatamente un anticipo para la grande construcción”. Don Bosco sacó su portamonedas, lo abrió y lo vació en las manos de Buzzetti, todo lo que contenía eran ocho “soldi”, ni siquiera media lira: “Tranquilo, la Virgen Maria pensará a provee el dinero necesario para Su iglesia.”
El santo solía repetir: "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares.
San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros". El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.
El Santuario de María Auxiliadora nació del corazón y del coraje de Don Bosco y de su gran devoción a la Virgen. Fue una empresa marcada de hechos extraordinarios y de grandes dificultades.
Don Bosco no se cansaba de repetir que era la misma Virgen quien quería la iglesia y que Ella después de haberle indicado el lugar donde debía surgir la iglesia, le ayudaría también a encontrar los medios necesarios para la construcción.
Escuchemos del mismo Don Bosco el relato de un “sueño” que tuvo en 1884, cuando todavía buscaba una sede fija para su Oratorio: La Señora que se le apareció le dice: “Observa -y yo mirando vi una iglesia pequeña y baja, un poco de patio y numerosos jóvenes. Yo me di a mi trabajo, pero esta iglesia pronto fue estrecha, entonces de nuevo me dirigí a Ella que me hizo ver otra iglesia un poco más grande y con una casa vecina. Después apartándome un poco más, en un terreno cultivado, casi de frente a la fachada de la segunda iglesia, me dijo: “En este lugar donde los gloriosos mártires de Turín Avventore, Solutore y Ottavio ofrecieron su martirio, Yo quiero que Dios sea honrado de manera especial".
El deseo de obedecer a la voz de la Virgen y de testimoniar veneración y reconocimiento a Ella quien había dado tantas pruebas de benevolencia a la naciente Congregación, junto a razones pastorales y prácticas, empujaban Don Bosco a acelerar el tiempo de la construcción. Para la compra del terreno y la madera para cercarlo se gastaron 4.000 liras; el P. Savio, ecónomo, aconsejaba esperar, pero Don Bosco le dice: “Empieza a cavar, ¿cuándo iniciamos una obra teniendo ya el dinero a disposición? Tenemos que dejarle campo de acción a la divina Providencia”.
Los trabajos que se confiaron a la empresa del maestro mayor de obras Carlos Buzzetti, iniciaron durante el otoño del 1863. Terminadas las excavaciones, en Abril de 1864, Don Bosco dice a Buzzetti: “Quiero darte inmediatamente un anticipo para la grande construcción”. Don Bosco sacó su portamonedas, lo abrió y lo vació en las manos de Buzzetti, todo lo que contenía eran ocho “soldi”, ni siquiera media lira: “Tranquilo, la Virgen Maria pensará a provee el dinero necesario para Su iglesia.”
El santo solía repetir: "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares.
San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros". El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.
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