¡Oh María, Virgen amable, a quien Dios siempre amó, hermoso iris de paz, templo augusto consagrado desde el primer momento de tu ser por la real presencia del Espíritu Santo y por la plenitud de sus dones, obténnos la gracia de vivir de tal manera que merezcamos ir un día al celestial templo de la Gloria!
Ave María, Gloria...
lunes, 7 de diciembre de 2009
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