¡Oh purísima Virgen María, cuya inmaculada pureza fue figurada en aquel misterioso zarzal que ardía sin consumirse, te suplicamos apacigües en nosotros el fuego de la concupiscencia, por cuya causa tantas almas se precipitan miserablemente en el infierno!
Ave María, Gloria...
domingo, 29 de noviembre de 2009
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